12 de Octubre
sábado, 12 de octubre de 2019
domingo, 31 de diciembre de 2017
Feliz año 2018
Feliz año 2018, seguiremos en las calles le pese a quien le pese luchando por la verdad, contra las falsas falacias de este corrompido sistema y la sucia hipocresía de su adoctrinada y leal izquierda.
Recuerda ¡LA RIVOLUZIONE É COME IL VENTO!
Recuerda ¡LA RIVOLUZIONE É COME IL VENTO!
domingo, 1 de octubre de 2017
Hoy como el resto del año.
martes, 29 de noviembre de 2016
Ayuda a ayudar.
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Homenaje,
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Racismo antiespañol
martes, 24 de mayo de 2016
martes, 11 de agosto de 2015
Feliz semana.
6 y 9 de agosto de 1945.
Racismo antiblanco.
Mientras ayudar inmigrantes esta bien visto...
http://www.leonoticias.com/frontend/leonoticias/El-Corte-Ingles-Dona-5-000-Kilos-De-Alimentos-Para-Inmigrant-vn180220-vst402
Ayudar ESPAÑOLES esta perseguido y criminalizado.
Mantenerse en pie en un mundo en ruinas.
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Ayudar ESPAÑOLES esta perseguido y criminalizado.
Mantenerse en pie en un mundo en ruinas.
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Racismo antiblanco,
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Vergüenza
Italia tambien habla.
Crímenes comunistas.
Martirio y asesinato de las 27 Hermanas Adoratrices.
La mayor comunidad de Hermanas Adoratrices de España se encontraba en Madrid, en la conocida como Casa General de las Adoratrices que se encontraba en la calle de la Princesa. El 18 de julio de 1936, el local principal de este centro fue ametrallado por milicianos comunistas y anarquistas, por lo que las hermanas decidieron abandonarla y distribuirse en casas de familiares y amigos. Aquellas que no encontraron alojamiento se quedaron varios días en la Casa General, hasta que la superiora de la comunidad, la Madre Diosdada Andía, alquiló en la primera semana de agosto un piso en el número 15 de la calle Costanilla de los Ángeles.
Desde el primer momento, la hermana Manuela Arriola se hizo cargo de la gestión y administración de esta residencia camuflada. El refugio parecía seguro y a mediados de agosto empezaron a llegar al piso Adoratrices escapadas de varias poblaciones en las que sus conventos y comunidades habían sido atacadas y cerradas por milicianos de los partidos que apoyaban al Frente Popular. Así, hasta diez monjas llegaron desde Alcalá de Henares, Guadalajara o Almería. En total, fueron 23 las hermanas que ocupaban el piso.
Sus condiciones de vida eran más que austeras. Sin muebles, usaban cajas de cartón a modo de camas y sillas y las provisiones que conseguían no eran suficientes para alimentar a un grupo tan numeroso, por lo que sus salidas a la calle fueron cada vez más frecuentes, exponiéndose a ser descubiertas por las patrullas milicianas que frecuentaban esa zona del centro de Madrid.
Para poder tomar la comunión, consiguieron contactar con un sacerdote que, cada semana, les entregaba las formas consagradas suficientes para poder recibir el sacramento a diario. La encargada de custodiar la caja de madera que las contenía fue la hermana Rosaura López Brochier.
El secreto de la estancia de las hermanas en el piso de Costanilla de los Ángeles duró poco y, en septiembre, era ya un secreto a voces que el inmueble estaba ocupado por monjas. Aun así, no recibieron apenas visitas desagradables hasta que el 9 de noviembre, durante una alarma antiaérea en la que bajaron a la calle para ponerse a resguardo, fueron descubiertas por un grupo de milicianos comunistas cuando salían del portal del edificio.
Una vez terminada la alarma, las hermanas regresaron al piso, donde esperaban media docena de milicianos que las detuvieron inmediatamente para conducirlas a la checa de Fomento, incluida la hermana Lucía González García que se encontraba impedida. En ese centro, uno de los más brutales de las decenas de prisiones gestionadas por las milicias que había en Madrid, fueron torturadas y asesinadas. La mayoría de los cuerpos de las adoratrices fueron encontrados junto a la tapia del cementerio de La Almudena, donde reposan muchas de ellas. Otras fueron trasladadas a Vicálvaro y dos de ellas al Valle de los Caídos.
Además de las 23 Adoratrices capturadas en la casa de Costanilla de los Ángeles, otras cuatro hermanas de la misma orden fueron asesinadas en Madrid durante la Guerra Civil tras ser identificadas y detenidas cuando se encontraban ocultas en residencias particulares. Junto a ellas fueron fusilados muchos de sus protectores.
http://www.gaceta.es/juan-e-pfluger/martirio-asesinato-27-hermanas-adoratrices-18072015-1741
No.
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Anticomunista,
Drogas NO,
León AntiAntifa
Ayudas sociales para nacionales.
Good night.
jueves, 9 de julio de 2015
Feliz semana.
Stop islam.
lunes, 15 de junio de 2015
Feliz semana.
La democracia su negocio.
Esto es comunismo.
El comunismo en España (1931-1934)
En 1935 se publicó el libro de Enrique Matorras, El comunismo en España (1931-1934), de la mano de una iniciativa católica, la Imprenta Aldecoa, de Burgos, próxima a los jesuitas. No puede negarse que el objetivo de su publicación era el de insistir en las acusaciones de la derecha católica de que el comunismo representaba una seria amenaza para la estabilidad del país y su futuro. El libro de Matorras, empero, hacía aportaciones ajustadas no a un discurso disparatado perfilado desde la lejanía, sino a un experiencia personal de primera mano.
El libro de Matorras, pese a su innegable valor, acabará sumergido en la marea de propaganda anticomunista que la derecha española publicó, y ello a pesar de anunciarse con profusión en la prensa católica y destacarse el pasado del autor como secretario del Comité Central de la Juventud Comunista.
Tras un pormenorizado análisis, el autor llega a la conclusión de que el comunismo, fuerza política al servicio de un país extranjero, no trae soluciones a España y a los trabajadores, y de que únicamente el sindicalismo católico —del que Matorras llegará a ser dirigente—, era una alternativa para dar solución al conflicto social que España vivió durante la década de los años treinta. Matorras, conviene advertir, no es ni un derechista ni un reaccionario al uso. Todo lo contrario: no duda en denunciar al capitalismo como “anticristiano” y egoísta, apoya las justas reivindicaciones obreras e incluso denuncia a la “banca sionista” que apoyaba, desde sus propios medios de comunicación u otros próximos, las campañas de la izquierda revolucionaria.
El libro se inicia con la descripción de la estructura organizativa del partido para seguir con la historia del mismo durante los primeros tres años de la II República, período en el que Matorras fue uno de sus destacados dirigentes. Resulta extremadamente interesante poder seguir las relaciones de los dirigentes del PCE con Moscú, las técnicas propagandísticas, así como las pugnas internas por el control del poder en el seno de la férrea organización. Reproduce Matorras interesantes documentos internos que, de no haber sido por él, se habrían perdido. No menos importante es la mención al futuro dirigente falangista Manuel Mateo y su viaje a Moscú como miembro del Buró Político en la lucha por la dirección del partido, o la presencia de Doriot —entonces joven promesa del comunismo francés, antes de abrazar el fascismo— en España para participar en los actos de la campaña electoral del PCE de 1933. Concluye con un análisis sobre implicación del PCE en la Revolución de Asturias y profetiza que en España se reproduciría el modelo francés de Frente Popular.
Ex Secretario del C.C de la Juventud Comunista, Prólogo de Erik Norling
Editorial: Nueva República; Idioma: español; Encuadernación: rústica cosido; Formato: 15x21cms.; 200 páginas; ISBN: 978-84-96744-84-4; Año ed. 2011; Ilustrado B/N.
http://www.libreriaeuropa.es/ficha.php?codart=CO1
Triste realidad.
Timo de la O.R.A. Así te roban.
EL
TIMO DE LA O.R.A. Entre las abundantes triquiñuelas y raterías que
utilizan las diferentes administraciones públicas para exprimir al
ciudadano hay una particularmente miserable y roñosa: la o.r.a., o
sea, el cobro por aparcar en la vía pública.
Y
no sólo por es así por tratarse de algo injustificado e incluso
cercano a la extorsión, sino por la propia naturaleza de la empresa
concesionaria y de los que en ella ‘trabajan’. Aquí va un hecho
ilustrativo y significativo sucedido en una pequeña capital de
provincia del noroeste de España: un hombre va a al centro a visitar
a sus padres, aparca su coche y saca unos 50 minutos de o.r.a.; pero
los susodichos no están en casa, así que se vuelve al coche
pensando qué hacer con el tique; entonces ve a unos ‘controladores’
que, aparato en mano, se disponen a dejar su tarjeta de visita sobre
un vehículo; el hombre se acerca y les pregunta si puede regalar su
tique al reo de multa, a lo que ellos contestan que sí, de modo que
acto seguido sujeta dicho papelito con el ‘limpia’ contra el
parabrisas; sin embargo, hay algo en la actitud de los dos tipos con
ropa reflectante que le causa cierto recelo, así que el hombre que
regala su tique monta en su auto y da la vuelta a la manzana hasta
volver al lugar de los hechos; una vez allí comprueba que los dos
dudosos personajes no se han movido del sitio…, pero el
salvoconducto que él había dejado sobre el acusado ha desaparecido;
al preguntar a los sorprendidísimos figurones qué había pasado con
el papelito en cuestión, balbucean que no saben, que tal vez alguien
se lo haya llevado…, “¿delante de sus propias narices?”,
pregunta el ciudadano, sin embargo, ya no hay ninguna respuesta por
parte de los cada vez más pasmados personajillos, que optan por el
silencio total incluso cuando el indignado pagano se marcha señalando
en voz alta que hay que ser rastrero y miserable para mentir y, en
definitiva, para robar esos cincuenta céntimos…
Este
leve incidente urbano es una muestra perfecta de la catadura moral de
todos los que intervienen en el sospechoso procedimiento: los
vigilantes de la acera, que habrán sido aleccionados (tal vez
incluso obligados) para perseguir inmisericordemente; sus jefes, que
ven a los conductores como enemigos a los que arrebatar botín; y los
mandos municipales, que habrán exigido a la empresa concesionaria
unos resultados mínimos para que el contrato se prolongue.
Pero
el fondo del asunto es aun peor. Antes de que los manirrotos
munícipes adoptaran este sistema de ordeño, los conductores podían
aparcar sin coste en las vías públicas, pues ellos eran quienes
habían pagado la construcción de calzadas, bordillos y aceras; pero
un día los expertos en meter mano en bolsillo de cotizante
decidieron que el impuesto de circulación y demás tasas que se
pagan por la tenencia y uso de vehículos de motor no era suficiente,
así que idearon esta forma de sacar unos céntimos más a cada
usuario de la calzada. Por ello, que a nadie sorprenda si un día el
automovilista recibe en casa una facturita procedente del
ayuntamiento en la que se le explica que tiene que abonar un tanto
por el uso de las no pocas rayas que decoran la carretera, y otro
poco por los semáforos, señales e indicadores, y también por pasar
sobre esos badenes llamados ‘reductores de velocidad’, y por
pisar los pasos de peatones…, e incluso por el oxígeno que gasta
la combustión del hidrocarburo refinado dentro del motor. Lo de
dejar el coche a la sombra ya sería un lujo con tasa especial.
Parece
necesario recordar a los alcaldes y concejales que el asfalto y el
cemento, la pintura, las señales y demás elementos instalados para
posibilitar y regular el tráfico, fueron sufragados por los
impuestos de los contribuyentes, especialmente con los que se carga a
todo posesor de coche; así, no parece lógico ni aceptable exigir
que el estrujado automovilista pague por el uso de algo que se ha
construido con su dinero. Hay veces que se tiene la impresión de que
los gerifaltes del consistorio piensan que todo se ha construido con
dinero de su propio bolsillo y que, por tanto, hacen un favor a la
plebe permitiéndole el tránsito y uso.
Por
su parte, también es preciso reconocer que las empresas dedicadas a
lo que eufemísticamente se llama ‘regulación del aparcamiento’
lo que hacen es cobrar, sólo, sin dar nada a cambio. De este modo,
¿qué da el controlador de la o.r.a. al que aparca?, nada, y sin
embargo le cobra a cambio de esa nada. ¿Y cómo se llaman esos
organismos vive a expensas de otro sin entregar nada a cambio?... Y
es que por mucho uniforme que se pongan, esos vigilantes que rondan
buscando ausencia de salvoconducto no son policías y no tienen
derecho a denunciar; los cuerpos de seguridad vigilan la propiedad
privada, defienden al vecino, persiguen al ladrón y, llegado el
caso, denuncian al infractor, o sea, se ganan su sueldo legítima y
lógicamente, pues dan mucho a cambio; en una palabra, son
imprescindibles. Por el contrario, aquellos cuyo único cometido es
mirar y denunciar, representan la inutilidad. Sobran.
CARLOS
DEL RIEGO
Hasta la vista...
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